viernes, 5 de agosto de 2011

Capitulo uno.

CAPITULO 1.
Era una mañana como otra cualquiera, pero el presentimiento de que iba a ser un día muy especial, no me lo quitaba nadie.
Un despertar como el de todos los días, el mismo ruido del despertador, la misma frase de mi madre “Sandra, es la hora”; y cómo no, los cascos del i-pod de mi hermano Jake retumbándome en los oídos. Como de costumbre, me levanté chillándole, tenía el poder de sacarme de quicio. Me llamo Sandra, tengo dieciséis años y Jake es mi hermano gemelo. ¿Increíble? Sí, pero por suerte o por desgracia, es cierto. Aparte de estos “malentendidos”, Jake y yo, nos llevamos genial. Tenemos una compenetración y una forma de entendernos alucinante.
Acabamos de mudarnos de Miami, ahora, al parecer, nuestro nuevo hogar está en California. Nuestra madre, nos ha prometido que ya no habrá más cambios de hogares, pero conociendo a su jefe… No sé qué pensar.
Es el primer día en nuestro nuevo instituto, llegamos a mitad de curso, por lo que puede resultarnos un poco más dura la integración.
Salté de la cama, me di una ducha fría, y me adentré en el mundo de mi armario o mejor dicho, en el montón de cajas que se apiñaban en medio de mi nueva habitación, para buscar la ropa más… ¿Adecuada?... Si podría llamarse así. No sabía el estilo de ropa que llevaría la gente por allí, y eso me desconcertó durante unos segundos. Cogí lo primero que vi, algo simple, algo sencillo, mi estilo.
Unos jeans pitillos claros, acompañados de un cinturón de pedrería marrón crema. Para la parte de arriba, elegí una camiseta larga de tirantes blanca; un jersey marrón chocolate de pico y como complemento; un gran pañuelo blanco con flores entrelazadas marrones oscuras. Mis pendientes de perlas, unas cuantas pulseras a juego y unas converse marrones. Estaba lista para la vida moderna.
Bajé a desayunar y allí estaba Jake, tan extravagante como siempre. Vestía de una forma muy parecida a la mía, siempre nos han catalogado en cuanto a la forma de vestir como “dos niños pijos”. Unos jeans oscuros ajustados, un jersey rosa y blanco, unas converse blancas y su plumas; estaba en la cocina; esperando para darme posiblemente un viaje de lo más entretenido. Nunca se separa de i-pod. Le encantan los chismes.
Nos despedimos de nuestros padres, que seguían desayunando. En teoría nos dirigíamos a un instituto concertado, es decir, no había que pagar ninguna cantidad al mes, pero había que llevar uniforme , única y exclusivamente deportivo; GRACIAS A DIOS. Intenté entablar conversación con mi hermano, lo cual empezó a dar un buen resultado, pues el viaje se haría más expectante.
Empecé la conversación con una pregunta de lo más habitual.
-Bueno, ¿Cómo esperas que nos vayan hoy las cosas?.
- Esperar, espero que nos vayan bien; ahora, no tengo el don del futuro.-Dijo dedicándome una de esas sonrisas desafiantes.
-Bueno, yo también lo espero así-Le devolví la sonrisa.-Cómo se han tomando Sam y Jerry tu partida? –Pregunté un tanto oscilante.
-Ems.. Bueno, en realidad sabes que no me gustaría hablar de ese tema..-En su cara, había una marca de tristeza.
Me paré en seco. Había lágrimas en sus ojos. Agachó la cabeza.
-Jack, mírame.
Ni siquiera se movió dos centímetros.
-Por favor- Le pedí suplicante.
Levanto la cara, y puede ver esos dos ojazos verdes tan familiares, húmedos, rojos. No tenía palabras, nunca había visto llorar de esa manera a Jack; así qué hice lo que me pedía el corazón. Le abracé con todas mis fuerzas. Me emocioné tanto, que no pude retener una gran lágrima que descendía sobre mi blanca mejilla…
-Llora todo lo que necesites.-Le susurré.- Es mejor desahogarse.
¿Pero que decía? No quería que llorará ni un segundo más.
Poco a poco, nos fuimos apartándonos el uno del otro.
-Sandra, es que no entiendo porqué nos hacen esto ¿Sabes? ¿Porqué no entienden que cuando has hecho amistades con otras personas, cuando has echado raíces en un lugar, es muy difícil mantenerse firme, y volver a intentar rehacer tu vida?¿Tan complicado es?
Ante mi, planteaba preguntas; preguntas a las que yo no podía responder.
-¿Has probado a explicárselo a mamá y a papá?
-Claro que sí. Para mi Sam y Jerry…-Le costaba continuar la frase.- Para mí han sido los dos mejores amigos que he tenido en mi vida, las dos personas más leales que he podido conocer. Y encima, me tengo que separar de ellos…-Tomó aire en un gran suspiro.
Me dio por mirar mi muñeca, allí estaba mi reloj, marcando las 7 y veinte de la mañana. Nos quedaban cuarenta y cinco minutos para llegar al instituto.
-Venga Jack, que todavía tenemos que encontrar la calle.
Continuamos andando, en un silencio sepulcral. Hasta que Jake lo rompió.
-Sandra.- Dijo con entusiasmo.
-Dime.
-Crees que,… ¿Encajaremos en este sitio?- Preguntó vacilante.
-Claro, en todos sitios hay gente que encaja con otra así que ¿Por qué íbamos a ser nosotros menos? –Dije muy convencida.
-Claro.- Dijo mientras me sonreía.
-Además, la gente no encaja con nadie, es el lugar el que se habitúa a ellos.
Eran las ocho menos cuarto cuando encontramos la calle del instituto. Aparentemente normal, rodeado de vallas; con dos parques a los lados del edificio central, un guardia de seguridad en la puerta, y chicos y chicas de todos los estilos que te puedas imaginar; vestidos y trajes coloridos por una parte. Negro, rojo pasión, azabache por otro. Decididamente no, no nos costaría tanto encajar.

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